La educación musical: clave para el desarrollo integral en la escuela
- 20 jul
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La educación musical en el contexto escolar va mucho más allá de aprender canciones o tocar instrumentos; representa una herramienta fundamental para el desarrollo emocional, cognitivo y social de los estudiantes. Diversos estudios han demostrado que la música potencia habilidades como la memoria, la concentración y el trabajo en equipo. Según Howard Gardner (1983), creador de la teoría de las inteligencias múltiples, la inteligencia musical es una de las capacidades humanas básicas, y su desarrollo en la escuela contribuye al fortalecimiento del aprendizaje en otras áreas.
Además, la música estimula el pensamiento creativo y la sensibilidad artística, valores esenciales para una educación integral. El reconocido educador musical Edwin Gordon (2003) argumenta que la audición musical y la expresión sonora desarrollan el pensamiento abstracto, fundamental en procesos de razonamiento lógico y resolución de problemas. La música, por tanto, no solo es un arte, sino también una ciencia del pensamiento y la emoción que debe estar presente en el currículo escolar.
En términos socioemocionales, la música permite que los estudiantes se expresen y conecten con sus emociones, fortaleciendo su autoestima y empatía. Como afirma Zoltán Kodály (1964), pedagogo húngaro, “la música debe pertenecer a todos, y su enseñanza debe comenzar desde los primeros años, porque forma el alma y el carácter del niño”. Esta afirmación refuerza la idea de que una educación musical bien orientada contribuye a la formación de seres humanos más sensibles, tolerantes y equilibrados.
Por otro lado, la práctica musical en grupo, como coros o ensambles, favorece el trabajo colaborativo y el sentido de pertenencia. La experiencia de crear música en comunidad refuerza el respeto por la diversidad, la escucha activa y el compromiso. Según Keith Swanwick (1999), uno de los referentes en pedagogía musical, “la educación musical debe ser una experiencia significativa que despierte la imaginación y el sentido de identidad cultural”.
En conclusión, incluir la educación musical de forma sólida y constante en la escuela es invertir en el desarrollo humano integral de los estudiantes. No se trata solo de formar músicos, sino de cultivar ciudadanos más creativos, sensibles y capaces de comunicarse a través del lenguaje universal de la música. La escuela, como espacio de formación de vida, debe valorar la música como un pilar fundamental para el bienestar y el aprendizaje de los niños y jóvenes.





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